Me gustan los árboles
pero no dejan de hablarte;
porque me hacen sentir pequeño,
pero no desprotegido.
Me gustan los árboles porque son robustos,
pero se dejan mecer por el viento;
porque pueden quebrar una roca
y dar cobijo a un pajarillo.
Me gustan los árboles porque están anclados al suelo,
pero nunca dejan de mirar y crecer hacia lo alto;
porque sus colores son de esperanza y de aliento,
de tierra fértil y de sustento.
Me gustan los árboles porque me recuerdan a la vida,
y porque todo lo que soy se lo debo a la tierra.
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