Curiosidades de la amapola
Donde hay amapolas hay movida. Habituales de la primavera, no florecen en cualquier paisaje. Ruborizan campos de cereal y de batalla resisten incluso algunos herbicidas. Son silvestres, pioneras, polizonas de la historia y supervivientes del paisaje rural.
Salpican de rojo primaveral alegrando campos, barbechos, bordes de caminos, cunetas, terraplenes, solares urbanos, escombreras, siempre en tierras abandonadas hace bastantes años.
La amapola ya era conocida por los egipcios, asirios y griegos, que le atribuyeron propiedades medicinales, narcóticas y anestésicas (la morfina y la codeína se extraen de ella). De ahí que en la mitología clásica se la relacione con Hipnos y Thanatos (el Sueño y la Muerte), que se representan con coronas de amapolas y llevándolas en la mano respectivamente.
También Morfeo, hijo de Hipnos y al que se representa con alas de mariposa para expresar su ligereza, tiene por atributo la amapola, con la cual toca a los que quiere adormecer. Por otra parte, se reconocía también el poder energético o estimulante de la amapola, dado que a los atletas griegos se les daba un brebaje de semillas de amapola, miel y vino antes de competir. Además se aplicaba para rebajar la temperatura, acallar el llanto de los niños o calmar el dolor.
Los romanos introdujeron la amapola (papaver, en latín) en Britania, donde se asoció al descanso y al olvido. Allí se utilizó también como planta mágica para la adivinación. Para el cristianismo medieval, esta flor, cuya imagen está grabada en los bancos de algunas iglesias, simboliza el Juicio Final.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, en España, la amapola era muy apreciada, y se hacía acopio de ella en los trigales donde crecía para ser utilizada como condimento. Durante el siglo XIX se observó en Europa que las amapolas prosperaban en campos donde se había librado una batalla. Lo mismo pudo constatarse a consecuencia de los dos guerras mundiales y nuestra guerra civil.
Curioso, ¿eh?
0 comentarios:
Publicar un comentario