Pues yo he decidido soltar lastre.
He decidido filtrar. Porque que si no valoro yo mi tiempo y mi vida, ¿quién lo va a hacer?. Porque soy yo la responsable de mi felicidad, a mí me han asignado esa tarea. Y he decidido ser un poco más “egoísta” y un poco menos hipócrita.
No tengo ninguna necesidad de bailarle el agua a personas que se creen la última Coca-Cola del desierto, que parecen vivir rodeadas de espejos porque en todo se ven reflejadas sólo ellas, nunca ven a nadie más. El tiempo es un recurso muy escaso y hay demasiada gente interesante a quien dedicárselo, por tanto: a soltar lastre.
No puedo seguir manteniendo ideas que me limitan, me condicionan y me ponen zancadillas. Especialmente si son ideas que otros me han impuesto para empequeñecerme. Los “no puedo”, “no estará bien visto”, “no me va a salir”, “no valgo”, no me sirven. Los “mejor cuando esté más delgada”, “lo dejo para cuando llegue el verano”, “hasta que no lo tenga todo súper atado no me lanzo”… sólo me hacen malgastar un tiempo precioso. Hay que olvidarse de las apariencias y de evitar la incertidumbre.
Hay que bailar bajo la lluvia, hay que vestir de rojo y fucsia, hay que llevar la contraria, hay que arriesgar, hay que creer en uno mismo. Hay que tener Fe en uno mismo. Somos dueños de nuestros pensamientos, por tanto, si no te aportan, si no te sirven, si sólo te limitan: suelta lastre.
Y no quiero darle más sitio al miedo. Siempre tiene un pequeño hueco que no podemos evitar, porque una parte de miedo es necesaria por pura supervivencia, pero el que se vuelve tóxico y paraliza, ese hay que soltarlo fuera. El miedo que te perjudica, que te hace tomar decisiones que te hacen daño, que te secuestra y te impide perseguir tus sueños, y sacarle el jugo a la vida. Ese miedo que pone barreras, impone su tiranía de inseguridad, y te convence para que no lo intentes por mucho que lo desees, para que no te arriesgues a sufrir. Ese miedo hay que soltarlo como el peor lastre.
Y todo ese lastre que eliminas dejará espacio para cosas nuevas. Dejará espacio para renovar el vestuario, para meter color… para liberarte y dejar de obstruir lo que ya eres tú y tu felicidad.
¿Te animas a soltar lastre conmigo?
He decidido filtrar. Porque que si no valoro yo mi tiempo y mi vida, ¿quién lo va a hacer?. Porque soy yo la responsable de mi felicidad, a mí me han asignado esa tarea. Y he decidido ser un poco más “egoísta” y un poco menos hipócrita.
No tengo ninguna necesidad de bailarle el agua a personas que se creen la última Coca-Cola del desierto, que parecen vivir rodeadas de espejos porque en todo se ven reflejadas sólo ellas, nunca ven a nadie más. El tiempo es un recurso muy escaso y hay demasiada gente interesante a quien dedicárselo, por tanto: a soltar lastre.
No puedo seguir manteniendo ideas que me limitan, me condicionan y me ponen zancadillas. Especialmente si son ideas que otros me han impuesto para empequeñecerme. Los “no puedo”, “no estará bien visto”, “no me va a salir”, “no valgo”, no me sirven. Los “mejor cuando esté más delgada”, “lo dejo para cuando llegue el verano”, “hasta que no lo tenga todo súper atado no me lanzo”… sólo me hacen malgastar un tiempo precioso. Hay que olvidarse de las apariencias y de evitar la incertidumbre.
Hay que bailar bajo la lluvia, hay que vestir de rojo y fucsia, hay que llevar la contraria, hay que arriesgar, hay que creer en uno mismo. Hay que tener Fe en uno mismo. Somos dueños de nuestros pensamientos, por tanto, si no te aportan, si no te sirven, si sólo te limitan: suelta lastre.
Y no quiero darle más sitio al miedo. Siempre tiene un pequeño hueco que no podemos evitar, porque una parte de miedo es necesaria por pura supervivencia, pero el que se vuelve tóxico y paraliza, ese hay que soltarlo fuera. El miedo que te perjudica, que te hace tomar decisiones que te hacen daño, que te secuestra y te impide perseguir tus sueños, y sacarle el jugo a la vida. Ese miedo que pone barreras, impone su tiranía de inseguridad, y te convence para que no lo intentes por mucho que lo desees, para que no te arriesgues a sufrir. Ese miedo hay que soltarlo como el peor lastre.
Y todo ese lastre que eliminas dejará espacio para cosas nuevas. Dejará espacio para renovar el vestuario, para meter color… para liberarte y dejar de obstruir lo que ya eres tú y tu felicidad.
¿Te animas a soltar lastre conmigo?
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